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La Democracia depende de ti

Estamos tan acostumbrados a llamar nuestro sistema político “Democracia” que nunca nos paramos a pensar si no podría democratizarse más. Posiblemente, sea porque venimos de una dictadura y esto nos hace pensar que la Democracia es una especie de interruptor que puede ponerse en ON o en OFF. Pero ¿qué pasa si miramos como la Democracia ha avanzado en un país con mejor tradición política, como es el Reino Unido?

En 1832, el gobierno británico concedió el derecho a votar a todos los varones adultos que tuvieran un mínimo de riqueza.

En 1867, el derecho de voto se extendió a todos aquellos que tuvieran una casa propia (lo que excluía a la mayoría de los jóvenes, pero también a mayordomos y sirvientes).

En 1884, se cambiaron los distritos, de forma que los núcleos urbanos se vieron algo menos infrarepresentado de lo que lo estaban hasta entonces.

En 1918 el derecho a voto se garantizó a todos los varones mayores de 21 años, las mujeres sólo podían votar si eran ricas y a partir de los 30 años.

Hubo que esperar hasta 1928 para que las mujeres igualaran su derecho al voto con los hombres.

En 1948 se prohibió que aquellos que tuvieran casas en distintos distritos votaran en todos ellos, práctica habitual que a la práctica servía para que los ricos pudieran votar varias veces.

En 1969 se redujo la edad mínima para votar a 18 años, y desde entonces las cosas no han cambiado gran cosa.

Como se observa fácilmente, la “Democracia” no es un sistema que puede adoptarse o no, la Democracia es un proceso. Cada generación de ingleses ha vivido en un sistema algo más democrático que sus padres, pero menos que sus hijos. El gran problema que tenemos es que nos han convencido de que hemos llegado al final del camino. Porque, sí, es cierto, gozamos de más democracia de la que gozaron nuestros antepasados. Pero podemos ser más democráticos. Y probablemente, nuestros hijos o nuestros nietos podrán idear nuevas formas políticas que nosotros no podemos imaginar. Formas más justas, y más democráticas.

No existe un final del camino, existe un movimiento constante y si no avanzamos hacia adelante, nos obligarán a caminar hacia atrás.